Archive for category novela española
Será nuestro secreto, la última novela de Empar Fernández
Posted by emilibayo in novela española, Uncategorized on Abril 9, 2022
Empar Fernández, Será nuestro secreto.
Ed. Alrevés, Barcelona: 2022.
Una magnífica novela negra escrita con una prosa deliciosa.
«Tedesco baja del autobús dos paradas antes de la que queda más cerca de su casa. Prefiere caminar unos minutos, aunque el relente del anochecer le obligue a avanzar encogido y con la cabeza medio oculta por las solapas del abrigo. Como una vieja tortuga, piensa al encorvarse todavía más y encoger el cuello. Como un animal longevo que pierde facultades. Con los sesenta a la vuelta de la esquina, se siente viejo y desalentado.
A veces, en los malos días como el que acaba, el policía piensa en sí mismo como en un farsante, en un inútil. Hace días leyó algo sobre el síndrome del impostor, que consiste en experimentar la certidumbre de que los logros personales no son el resultado del empleo de las propias capacidades, sino de la buena fortuna, de inexplicables golpes de suerte. Dada la incapacidad para avanzar en el caso, Mauricio Tedesco se siente un impostor a sueldo de la ciudadanía».
Un país con tu nombre
Posted by emilibayo in novela española, Uncategorized on Desembre 16, 2021
Alejandro Palomas, Un país con tu nombre (Destino)
«No sé, a lo mejor es que hay personas que en el único sitio donde han encajado de verdad ha sido en el vientre de su madre y después de eso toda sido siempre querer volver. Puede que yo sea una de ellas, no sé».
Un tío con una bolsa en la cabeza
Posted by emilibayo in novela española on Març 19, 2021
Alexis Ravelo, Un tío con una bolsa en la cabeza. Siruela, Madrid: 2020.
«No hay mayor tirano que un enano con el látigo en la mano. Eso solía decir el Viejo. Eso lo había leído o lo había sacado de una canción, no lo sé. El tipo o la tipa que no aprobaron los exámenes para policía y acabaron de seguratas, los auxiliares de clínica que no pudieron o no supieron ser enfermeros, el cabo chusquero, el peón de la cuadrilla al que le toca controlar el tráfico con un cartelito y unos conos en mitad de la carretera, la tía que quería ser jefa de negociado y ha acabado recogiendo documentación en el registro, el juez o la jueza que no consiguen ascender y siguen en la Audiencia Provincial, acumulando autos que no interesan a nadie hasta que un día les cae por turno un caso sonado con el que pueden lucirse y salir en el periódico, el calvo que pudo ser metre y no pasó de jefe de rango, la rubia teñida que estudió Economía y Finanzas, pero solo consiguió ser encargada de turno en ese supermercado de barrio. Esos, esas, están ahí esperando a que llegues a la puerta que custodian, el hospital por el que se arrastran, el batallón donde sirven, la carretera que controlan, el registro donde vegetan, el juzgado en el que sojuzgan, el lado del comedor en el que lamen culos, el supermercado en el que se pudren. Si te encuentras algún día a su merced, pagarás por su fracaso como si fuera el tuyo, probarás el sentimiento de humillación que, generosamente (y eso es lo único en lo que son generosos), propagan por el mundo. Esos son los enanos del látigo y el látigo está hecho de normas, de órdenes dictadas por otro al que ellos nunca son capaces de identificar, de reglamentos, de normativas, de leyes, de políticas de empresa. Todos, todas, soñaron con llegar a tener poder. Poder del de verdad. De ese que te permite dictar normas, decidir la suerte de seres anónimos a quienes jamás verás el rostro, cambiar el mundo, parar el tiempo, hacer que se te recuerde cuando ya no estés…»
El chico de las bobinas, al estilo Juan Marsé
Posted by emilibayo in novela española on Juny 20, 2020
Pere Cervantes, El chico de las bobinas,
Destino, Barcelona: 2020
«A mis casi cincuenta arrastro un importante número de fracasos sentimentales. Y con el paso del tiempo la cosa no mejora. Ya no es que uno se vuelva más exigente con los demás, sino que se vuelve más tolerante consigo mismo, y esa tolerancia se convierte en comodidad, en una suerte de equilibrio que se solidifica y que, como tal, se hace inexpugnable. La soledad, como la tecnología, crea adicción.»
El mañana sin mí
Posted by emilibayo in novela española, Uncategorized on Novembre 12, 2019
Primeras reseñas de El mañana sin mí
En Libros que hay que leer
http://librosquehayqueleer-laky.blogspot.com/2019/11/el-manana-sin-mi-emili-bayo.html
En Leo la lluvia caer
http://www.leolalluviacaer.com/2019/11/el-manana-sin-mi-emili-bayo-lectura321.html
En Tu mateix llibres
http://tumateix-llibres.blogspot.com/
En Diario de una chica Lit
http://diariodeunachickalit.blogspot.com/2019/10/resena-bayo-emili-el-manana-sin-mi.html
Booktrailer en:
https://www.youtube.com/watch?v=LVtHV4lV3Lk&t=2s
Presentación de El mañana sin mí
Posted by emilibayo in novela española on Novembre 2, 2019
Cafè del Teatre de l’Escorxador
30-octubre-2019
Fotos Albert Farrè
Texto de Joaquín García Albero, «Conde Boira», para la presentación de El mañana sin mí, de Emili Bayo
«Comulga la gruesa miga de pan que ha untado en una escudilla de callos canónicos y luego apura de un sorbo la copa barriguda de Anís del Mono que le ha servido Rosita. Se levanta pesadamente y siente de súbito que el insoportable inquilino que le ocupa ha vuelto a prender fuego en las cortinas de sus entrañas. Una culebra de hierro fundido mordiéndole, emponzoñándole el costado. Con el vano propósito de congraciarse con un mundo en el que siempre se ha sentido extranjero, mira una última vez las nalgas rotundas de la camarera y se despide de ellas con el esbozo de una sonrisa mínima. Hace tiempo que vuelve a la rutina de su soledad desencantada con aquel disparo fallido de la boca fruncida. La melancolía extrañada de quien siempre parece despedirse por última vez. Ese hombre alto y robusto, de mirada algo estrábica, que sale ahora renqueante del mesón La Tapa y se adentra en los arañazos profundos de la niebla, se llama Abel Claramunt. Mientras camina de vuelta a un piso desangelado y exiguo de equipaje, que camufla sabiamente su vital desarraigo, enciende un cigarrillo Bisonte que brilla un instante en la noche difusa como una luciérnaga agotada. Exhala un humo imperceptible y sonríe de nuevo pensando que la niebla es otra forma de morir. Desde hace tiempo, Claramunt escribe día tras día, en páginas llenas de torcidos borrones, la biografía de un rotundo fracaso. Tiene el verbo soez, mordaz y lapidario que usa como vieja pistola en permanente duelo para abrir en el alma de los otros la herida profunda de una animadversión irrenunciable. Su espíritu terco de mosca cojonera y esa pequeña parte indivisa de hijoputez ab intestata que heredó de su padre le han condenado, con su indolente consentimiento, al ostracismo de los archivos de los casos irresolutos en un rincón diminuto y maloliente de la comisaría de una fría ciudad provinciana. Pero al sargento Claramunt, eso no parece importarle. Y no es porque al fin y al cabo se esté muriendo sin más, con la tenacidad inexorable, sencilla, de un crepúsculo. No. Esa cínica melancolía de verbo hiriente que exaspera a cuantos lo tratan, y luego desprecian, lo ha protegido siempre del vacío de la sinrazón de una sociedad en constante liquidación por derribo. Le ha salvado del vómito crónico tras asistir tantas veces al espectáculo de la putrefacción descarnada que se esconde tras las preciosas máscaras carnavalescas de la gente honorable y poderosa. Bueyes perturbados de dientes de cuchillo entre el aliento confiado de los mansos, en un íntimo y oscuro establo.Enciende otro Bisonte y se detiene un momento a resoplar un inoportuno cansancio que la niebla ningunea. Piensa en Azucena. La paciente ternura, la imbatible alegría. Sonríe pensando en la fingida desmemoria botánica con que al principio trató de mostrarle una indiferencia que no sentía. La prima Azucena. El nombre y el perfume de todas las flores. Sube las escaleras con una lentitud exasperante. Abre una puerta desconchada que no necesita chirriar para quejarse de los estragos implacables de la humedad. Pone a todo volumen el Nessun Dorma, de Pucini, y se tumba en el sofá floreado. Enciende un canuto que pronto señorea el aire con su olor a hierba seca y salvaje. Se le cierran los ojos, vencidos por el plomo líquido del agotamiento. Cuando el tiempo estalle en mil pedazos de pétrea oscuridad, en el mañana sin mí que se avecina,ensordecedor como negro aullido de cuervos, cuando ya apenas sea el vano intento de un recuerdo de aquel que me sueña y alienta, de aquel de cuya esencia estoy hecho. Cuando ya solo sea el relámpago de un pálpito antiguo en las venas de mi dios Emili Bayo; tan solo entonces, yo, Abel Claramunt, me habré muerto para siempre».
Premis València. Institució Alfons el Magnànim. 18-octubre-2019
Posted by emilibayo in Emili Bayo, novela española on Octubre 20, 2019
La nueva novela de Jordi Ledesma
Posted by emilibayo in novela española on Mai 23, 2019
Jordi Ledesma, La noche sin memoria.
Editorial Alrevés, Barcelona: 2018.
«La de novelista es la que menos talento requiere de todas las facetas literarias, también la más innoble; al fin y al cabo, vivimos de alimentar la desdicha y la tragedia a través de un relato que suele ser coherente por lo general, al menos en su registro realista, y que nos vomita la desventura tan propia de la vida […]
Ese es nuestro trabajo: hablar de toda esa mierda.»
La gripe terrible de 1918, novelada por Empar Fernández
Posted by emilibayo in novela española on Octubre 25, 2018
«Faltaban ataúdes y no se conseguían ni carros ni enterradores para tantos fallecidos. Los que fabricaban mesas y sillas pasaron a ocuparse de las cajas para los muertos y los que ejercían de repartidores a menudo aceptaban retirar un cuerpo a cambio de unas monedas. Algunas familias improvisaban ataúdes con maderas arrancadas de cercas o de armarios o retiraban los cadáveres con ayuda de carretillas ligeras.
El recelo se extendió entre la gente y eran pocos los que visitaban a sus parientes o se detenían a hablar con un conocido en mitad de la calle. Los que enfermaban y morían a solas tardaban en ser localizados y los cuerpos se amontonaban al paso de las carretas. En las escaleras de vecinos las puertas permanecían cerradas y, de tarde en tarde, podía oírse el llanto de los ocupantes de alguno de los pisos que velaban un enfermo o se lamentaban amargamente de una pérdida. Algunos sacerdotes, y no pocos médicos, simularon hallarse enfermos para recluirse y evitar el contagio. No siempre había tiempo para ceremonias y fueron muchos los muertos que recibieron sepultura sin mediar una oración ni recibir una dosis de quinina»
Empar Fernández, La epidemia de la primavera.
Suma de Letras, Barcelona: 2018.
Una poderosa historia de guerra y franquismo
Posted by emilibayo in novela española on Agost 19, 2018
Juan Madrid, Perros que duermen.
Alianza Editorial, Madrid: 2017.
«De pronto me despertaba en medio de la noche y lo veía muerto, el pecho acribillado a balazos. Y era tan nítido, tan verdadero, que me estremecía de espanto mientras en el sueño escuchaba las bombas que estallaban a su alrededor, los silbidos de los proyectiles, el ruido de los aviones, los gritos de los moribundos, el tartamudeo de las ametralladoras, los cuerpos destrozados por las granadas. Pero en otro sueño estaba vivo, guapo y alto, y desfilaba con sus hombres por la Gran Vía de Madrid, y él sabía que yo, en ese momento soñaba con él.»
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